Columna de hierro

    Valga la comparación, las mujeres son como las cariátides que sostienen el Erecteion de la Acrópolis de Atenas, y no porque estén condenadas o forzadas a sostener la estructura del techo, sino porque asumen voluntariamente asumir el peso moral, físico y espiritual de la formación del hogar. Y repetimos la palabra hogar, porque no es una simple casa, sino un lugar donde brilla, calienta, ilumina y resplandece la hoguera del amor.

    Columna de hierro fue el título de una novela histórica, escrita por Taylor Caldwell, sobre la vida de Cicerón. El título está extraído de una cita bíblica del libro del profeta Jeremías: “He aquí, yo te he puesto hoy como ciudad fortificada, como columna de hierro y como muro de bronce” (1,18).

    Sin embargo, hoy queremos utilizar este título para referirnos al importante y esencial papel que desempeña la mujer en la familia, puesto que ella es la columna de hierro que sostiene un hogar. Valga la comparación, las mujeres son como las cariátides que sostienen el Erecteion de la Acrópolis de Atenas, y no porque estén condenadas o forzadas a sostener la estructura del techo, sino porque asumen voluntariamente asumir el peso moral, físico y espiritual de la formación del hogar. Y repetimos la palabra hogar, porque no es una simple casa, sino un lugar donde brilla, calienta, ilumina y resplandece la hoguera del amor.

    Por eso, en el libro de los Proverbios, se dice: “La mujer sabia construye su casa, la necia con sus manos la destruye” (14,1). Además, en este mismo libro (31,10-31) se hace un gran elogio de la mujer perfecta, que “vale más que las perlas... se reviste de fortaleza y de gracia, y mira gozosa el porvenir... abre su boca con sabiduría... vigila la marcha de su casa, y no come el pan de la ociosidad”.

    Vaya, desde esta columna, nuestra condolencia y solidaridad con todos los miembros de la familia Coppel Luken, por el fallecimiento de su “columna de hierro”, la señora Yolanda Luken de Coppel.

    Especialmente, un fraterno abrazo a sus hijos: Enrique, Rubén, José, Yolanda, Alberto, Mónica y Agustín, a quienes supo formar con amor, fortaleza, inteligencia, consejo y discreción.

    ¿Valoro la sabiduría de la madre?

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